13 de enero de 2015

El exitismo dictatorial de la izquierda reaccionaria latinoamericana.


Publico aquí una larga respuesta al exaltado y apologético comentario sobre Cuba de uno de mis contactos en Facebook tras el reciente intercambio de prisioneros entre los EEUU y la isla.
Un buen método para leer los textos de los apologistas no isleños de la dictadura castrista ‒o sea, los simpatizantes de la izquierda reaccionaria que en sus países de residencia gozan de todas las libertades, derechos y del relativo bienestar económico del que carecen los cubanos‒ consiste en desmenuzar cada párrafo y confrontar los gritos de exaltación revolucionaria con los datos de la realidad. 
El tema es de actualidad, y cualquiera puede proponer su aporte.
Este es el mío.

Texto de E. M. en Facebook


“Lo que pienso y defiendo con todas mis fuerzas
Un pueblo desunido y con hambre no espera más de cincuenta años para derrocar a sus gobernantesCuba es un pueblo con enormes necesidades a causa del bloqueo yanqui, un pueblo digno, un pueblo culto y combativo que supo levantarse, un pueblo educado y solidario a nivel mundial a pesar de su pobreza, un pueblo inteligente y anticapitalista, un pueblo revolucionario, un pueblo con ideas, un pueblo imbatible, un pueblo más gigante que Goliat.
La consigna es cierta! Un pueblo unido y combativo jamás será vencido!
El capitalismo busca comerse a Cuba desesperadamente, pero la isla jamás volverá a ser una antro de putas y esclavos, jamás los niños dormirán en la calle, ni morirán abandonados ni vendidos ni explotados en el trabajo, ni humillados ni violados.
No existe sistema perfecto y Cuba tiene los mismos, e incluso más problemas que muchos otros países pero con una gran diferencia y esa diferencia es la dignidad de resistir de pié al coloso americano! Esa es la verdad.
Es bueno antes de hablar al pedo ir a Cuba y caminar y charlar con la gente y verán que hay oposición, hay ideas diferentes y que discuten a los gritos en la calle y otros que reputean contra el sistema como en todos lados y nadie va en cana y hasta los lacayos de siempre putean en las calles y tampoco van en cana! No lo crees? busca en YouTube! y no está subido por el gobierno, está subido por los mismos lacayos que viven en Miami.
Es bueno ir a Cuba sin ese espíritu resentido y lacayo que caracteriza a más de uno y que van solo a ver las necesidades causadas por el bloqueo y echar la culpa al sistema, es bueno ir a Cuba disfrutar la sencillez de la gente, su música y su folclore en vez de ir a ver solamente la ciudad en ruinas, los viejos autos americanos o de mirar el culo a las mulatas pensando que por unos sucios dolares de mierda se las van a c...omprar, no señores, la revolución le dio dignidad al pueblo cubano.
Los que participan y contribuyen a la corrupción existen en todos lados y también los hay en la isla son esos mismos que el Che y Fidel catalogaban y con mucha razón de "comemierdas"
No será fácil combatir al capitalismo de hoy pero tampoco les será fácil comerse al único país que supo mantenerse de pie frente al coloso americano, ya van 56 años de resistencia heroica y todavía hay para otros 56 más y para esa época el imperio estará tambaleando.
Cuba es imbatible por la fuerza de las armas
Cuba es imbatible ideológicamente
Cuba es imbatible por la fuerza de su juventud
Cuba es un ejemplo!
El pueblo cubano está dispuesto y preparado para resistir a hasta las ultimas consecuencias a cualquier agresión
El pueblo cubano cuenta con la ayuda de millones de personas en todo el mundo
El pueblo cubano es dueño de su destino y solamente ellos pueden cambiar el rumbo
Cincuenta y seis años de penurias y siempre de pie!!!
Entiendanlo, Cuba fue esclava solo una vez!”
NUNCA MAS!
Hoy la casa está completa, también ahí el imperio perdió nuevamente su dignidad!”




Mi respuesta (entrecomilleo el texto de E. M)

“Un pueblo desunido y con hambre no espera más de cincuenta años para derrocar a sus gobernantes.”

Se trata de un típico eslogan vendedor de falsedades ‒fácilmente comprable por quienes se niegan a cotejar frases con estadísticas‒, compuesto de términos ideológicamente generalizadores y de formulación contradictoria cuyo mensaje de fondo es desmentido por la historia. 
Al usarse la palabra “pueblo” de esta manera, se está suponiendo una unidad de pensamiento y acción de cientos de miles de personas, que es inexistente. Cuando ‒sobrepasado por la crisis de los refugiados en la embajada peruana y de la huida desesperada desde Puerto Mariel en 1980‒ en un acceso de rabia el dictador Fidel decidió abrir la puerta a los que quisieran irse, 125.000 personas tomaron cuanta cosa flotante pudieron encontrar para escapar del “país libre cual solamente puede ser libre”. Fidel aprovechó la volada para sacar de sus cárceles a 2674 presos comunes y colocar entre los emigrantes a unos cuantos espías que se infiltraron en los medios disidentes en Florida. Sin embargo, sorprendido por la amplitud que tomaba el éxodo, hizo marcha atrás en su gesto de “generosidad revolucionaria” cerrando antes de lo previsto las puertas de salida. Por suerte, hubo al menos esos 125.000 “gusanos” ‒seguramente individualistas repugnantes, aspirantes a burgueses y traidores‒ que lograron recuperar su condición de seres humanos con derecho a la libertad.
Lamentablemente, quienes se quedaron con las ganas de escapar a la miseria y a la dictadura, debieron “balsear” como lo hacen hoy miles de africanos a través del Mediterráneo hacia Italia y España. En el Mar del Caribe, decenas de ellos murieron de hambre, de sed o devorados por los tiburones. O sea que los “marielitos”, sumados a quienes no llegaron a serlo a pesar de sus ganas, más los cientos de miles de cubanos que debieron cerrar la boca durante más de medio siglo para no ir a la cárcel, seguramente no forman parte de la “unidad cubana” a la que aquí se hace referencia. Al usar el término globalizador “pueblo”, se incurre en una mentira aleve.
El caso de los cubanos no es muy diferente a lo que ocurrió en todos los países del Este antes de la caída del Muro de Berlín: poblaciones aplastadas por la represión, unidas sí, más por el temor que por la ideología. De no haber sido así, los tiranos no hubiesen necesitado conculcar la democracia pluripartidaria ya que ciudadanos libres los hubiesen elegido para continuar dirigiendo el país. Esto no quiere decir que los Castro no tengan sus fervientes seguidores acomodados en los ministerios, espiando y delatando a sus semejantes a través de los CDR barriales, o enquistados en las fuerzas militares con los consiguientes beneficios materiales que niegan al resto de los habitantes. Al no existir la democracia en la isla, los dictadores funcionan con la ficción de que “la voluntad popular nos acompaña”. Todavía la escucho decir a Hebe de Bonafini ‒icono indiscutido de la izquierda reaccionaria continental‒ que Cuba no necesita de la democracia porque Fidel garantiza los derechos del pueblo.
Si debiéramos comparar la situación de la isla con la de Venezuela ‒su protectora petrolera cuyos gobernantes se reclaman de los mismos principios y objetivos que los dictadores cubanos‒ podemos constatar una diferencia mayúscula a favor de la segunda: sus autoridades gozan de una legitimidad incuestionable al haber sido elegidas por la mayoría de la población en elecciones cuya limpieza fue controlada por personalidades y organizaciones internacionales confiables. Y los ciudadanos podrán cambiarlas con nuevas elecciones la próxima vez si así lo desean. Los cubanos, en cambio, desde el reinado de los Castro debieron agachar la cabeza ante lo que les impusieron.
Retomo el texto: “Cuba es un pueblo con enormes necesidades a causa del bloqueo yanqui, un pueblo digno, un pueblo culto y combativo que supo levantarse, un pueblo educado y solidario a nivel mundial a pesar de su pobreza, un pueblo inteligente y anticapitalista, un pueblo revolucionario, un pueblo con ideas, un pueblo imbatible, un pueblo más gigante que Goliat”.
Vamos por partes. Cada vez que se aplicó un bloqueo comercial a cualquier país, se castigó a su población y se terminó fortaleciendo a los gobernantes. O sea que no se trata de una maniobra para reivindicar en ninguna circunstancia.
Dicho esto, hay que recordar que durante treinta años la ex URSS y todos los países de su órbita comerciaron con la isla de manera irrestricta. Y muchas empresas europeas y americanas también lo hicieron a través de intermediarios. Perón lo hizo de manera abierta durante su tercera presidencia a pesar de las protestas del Departamento de Estado. O sea que ‒salvando las distancias tecnológicas de la época entre los dos bloques‒ los cubanos hubieran podido acceder aunque más no fuere al nivel mínimo de “confort” que lograron los países del Este si el producto de las ayudas y de los intercambios comerciales no hubiese sido administrado con la ineptitud que demostró el régimen. Esto sin contar que toda actividad comercial privada estaba prohibida, por lo que la gente debió sufrir el racionamiento y las penurias legendarias a la que fuera sometida.

Lo de “pueblo digno”, concuerdo completamente: tras casi seis decenios de opresión y de mordazas, lograron mantener, bajo poncho y esperando mejores vientos, sus ganas de vivir, de hacer música, de bailar y ‒gracias a la única libertad permitida en Cuba, la erótica (si se trata de parejas heterosexuales por supuesto, porque los gays padecieron la segregación del estado castromachista)‒ mantener la salud espiritual que los ayudará a salir a flote cuando la dictadura sucumba de manera definitiva.

Lo de “pueblo culto”, habría que separar dos cosas. Si se habla de alfabetización generalizada, el logro cubano es innegable. Si se habla de “información” ‒tan necesaria para lograr una cultura amplia, enriquecida por la diversidad de fuentes‒ la tiranía liquidó la libertad de expresión y de información, consolidando una educación acrítica dirigida a sostener al régimen, donde la censura de escritores, músicos, plásticos, filósofos y cineastas del mundo entero fue la regla absoluta. Cualquier estudiante secundario o universitario en la mayoría de los países latinoamericanos democráticos, tiene una cultura mucho más vasta que su par cubano, no por ser más capaz ni más inteligente, sino por una razón lógica: es libre de informarse donde le plazca, criticar, viajar e investigar otras sociedades si lo desea.

Cuando el autor del comentario que ahora analizo afirma que el cubano es “un pueblo inteligente y anticapitalista, un pueblo revolucionario, un pueblo con ideas, un pueblo imbatible, un pueblo más gigante que Goliat”, tengo al respecto las siguientes reflexiones.
Seguramente el pueblo cubano cuenta con personas muy inteligentes que, cuando recuperen la libertad, podrán demostrarlo en todos los órdenes. 
Lo de “revolucionario”, es algo que no se puede saber a causa del partido único y de la ausencia de democracia. Sin duda alguna hay miles de cubanos que lo son en el concepto que el castroguevarismo diseñó. 
Lo de "imbatible", es bastante cierto y lo dije más arriba: centenares de isleños se arriesgan a la cárcel señalando sus diferencias, tratando de burlar por todos los medios posibles la censura y buscando superar el miedo. Lo hemos visto con creces en estos últimos años.
Y lo de “anticapitalista” mueve a risa: no debe haber país caribeño en el cual la gente se tire sobre los dólares que llegan por los bolsillos de los turistas y de las remesas enviadas por “los gusanos” desde el exterior como lo hacen ‒justificadamente, por cierto‒ en Cuba. La gente agudiza su ingenio para sobrevivir mediante trabajos clandestinos en todos los rubros imaginables, generando un mercado paralelo al del régimen ‒muy limitado debido a la escasa disposición de bienes e insumos de intercambio‒ para conseguir las pocas cosas que sólo obtienen los burócratas del partido. El “anticapitalismo” del que se habla aquí, es exactamente como el anticapitalismo chino mientras se mantuvo maniatada a la población. Miren si no lo que ocurre hoy con la actividad comercial del país “comunista”. Y ni hablemos de Rusia. A partir del momento en que la tiranía afloje la soga al cuello de los isleños, veremos adónde los conducirá el “anticapitalismo del pueblo cubano” del que aquí se habla.

Eso de que “Un pueblo unido y combativo jamás será vencido” es un eslogan tan heroico como falso. Pueblos muy unidos fueron vencidos, más que nada, por inferioridad tecnológica militar. Los ejemplos sobran, partiendo de la misma invasión de nuestro continente en la que unos pocos cientos de genocidas españoles doblegaron y espoliaron a los varios millones de habitantes originarios durante siglos, al punto de cambiarles a millares de ellos la lengua, la religión y anularle buena parte de sus tradiciones.

Pero lo más odioso del comentario que aquí contesto ‒cuya insensibilidad me deja duro de sorpresa‒ es cuando sostiene que “la isla jamás volverá a ser un antro de putas y esclavos, jamás los niños dormirán en la calle, ni morirán abandonados ni vendidos ni explotados en el trabajo, ni humillados ni violados”.

La afirmación de que Cuba “no volverá a ser jamás un antro de putas”, es un insulto a las cubanas, porque supone que la mayoría de ellas lo eran durante la dictadura de Batista, y eso es una mentira escandalosa. No hay más que googlear el tema en Internet y se verá que varios países caribeños eran visitados tanto por norteamericanos, europeos y sudamericanos a causa de su vida nocturna y la prostitución. No solamente Cuba. Estudios, estadísticas y análisis de diferentes niveles de seriedad que sobre el tema pueden encontrarse en Internet (aprovechemos para usarlo: los cubanos lo tienen prohibido y las raras conexiones existentes tienen “temas” bloqueados), coinciden en que hoy la isla figura entre los principales centros de turismo sexual de Latinoamérica. En la mayoría de estos estudios, el primer puesto corresponde a México , y el cuarto, a Cuba. Las agencias turísticas del mundo entero ofrecen estadías eróticas en la isla y el turismo pedófilo se acrecentó de manera ignominiosa en los últimos años. Por eso mismo se sabe que son los canadienses los más ávidos de relaciones sexuales pasajeras con cubanas y cubanos.
Turismo sexual no quiere decir turismo prostibulario aunque en Cuba haya de los dos. Normalmente, el turista sexual “se ofrece” una muchacha o adolescente que no busca otra cosa que disfrutar del aire acondicionado o del confort de una noche en un hotel; cenar en los restaurantes para turistas o recibir alguna prenda para vestir de regalo. ¿Son putas? Por supuesto que no: son muchachas y chicos ahogados por las carencias de las cosas elementales que la mayoría de la gente de su edad puede procurarse en casi todos los otros países del continente, salvando situaciones extremas como, por ejemplo, la de Haití. También es tentador el contacto con los extranjeros, esa gente que puede viajar y que les hace soñar con ese confort material mínimo que los burócratas del régimen se reservan para ellos.
Las fotos de adolescentes y de menores colgadas/os del brazo o besando la boca de turistas casi ancianos/as pero que pueden ofrecerles un “día diferente”, es el resultado de la miseria a la que los sometió el castrismo.
Y están también quienes ‒hartos de penurias‒ se encuentran en situación de prostitución. Quiebra el corazón ver esos videos que los particulares suben a Youtube y los muestra regateando precios en dólares en el Malecón. ¿Ésa era la intención de Castro y sus apóstoles cuando propusieron construir una sociedad mejor? Seguramente no: fue la ineptitud administrativa, la corrupción, el abuso de autoridad, la soberbia, el espíritu mesiánico que los animó y la imposición a sangre y fuego de una ideología que arrasa con las libertades del individuo y que usurpa el futuro de generaciones enteras a las que no se les preguntó si era eso lo que deseaban. Pero el resultado está ahí, y quien se hace el ciego que cargue la canallada en su consciencia: en la Cuba de hoy, hay más prostitución que en la época de Batista. Posiblemente cada uno de nosotros tenga más de una persona de nuestro entorno que visitó la isla y que puede dar fe de esta situación por haberla “aprovechado” o por haberla presenciado.

Y eso de que no hay esclavos en Cuba, es una metáfora miserable que los de la izquierda reaccionaria no dudarían en señalar como escandalosa si la situación se produjese en otro país latinoamericano: los cubanos cobraban en 2013 un promedio 471 pesos mensuales (20 dólares), según lo afirmado en un discurso por el mismo Raúl Castro. Si trabajar todo el mes para cobrar lo que normalmente es una propina dejada por un turista a un cubano autorizado a trabajar como mesero o personal de servicio en los hoteles de la isla (para extranjeros, por supuesto, pues el gobierno del país “libre cual solamente puede ser libre” no se lo permite a sus habitantes) no es esclavitud, pues habría que inventar un término que defina esta abyección.
Insisto: esa situación en Guatemala, en el norte argentino o en Paraguay sería rotulada ‒¡con mucha razón!‒ por el militante de la izquierda reaccionaria, como esclavitud. Pero jamás osaría hacerlo al referirse a Cuba, con el argumento de que si el objetivo es el Hombre Nuevo que pregonaba el Che, la esclavitud presente del pueblo es, al final de cuentas, salvífica. Con una sola condición, por supuesto: que deban soportarla los isleños y nunca él en su propio país.
¿Cómo pudo el escribiente de esta apología castrista sostener entre signos de admiración que con el oprobioso sistema actual “jamás los cubanos serán explotados ni humillados en el trabajo”?

Ojalá no se equivoque el firmante al prometer que “jamás los niños dormirán en la calle, ni morirán abandonados ni vendidos”, realidad que aprieta la garganta en Argentina, Francia, los EEUU y en muchos otros países y de la cual nadie se vanagloria. Si eso no ocurre actualmente en Cuba y la tiranía tarda en pasar a cuarteles de invierno, me temo que semejante grito de optimismo se convierta ‒como todos los que se alzaron con el puño izquierdo en alto‒ en un eslogan cínico aunque tenaz.

El broche de oro del comentario que analizo, es un largo párrafo que dice “Es bueno antes de hablar al pedo ir a Cuba y caminar y charlar con la gente y verán que hay oposición, hay ideas diferentes y que discuten a los gritos en la calle y otros que reputean contra el sistema como en todos lados y nadie va en cana y hasta los lacayos de siempre putean en las calles y tampoco van en cana! (…) Es bueno ir a Cuba sin ese espíritu resentido y lacayo que caracteriza a más de uno y que van solo a ver las necesidades causadas por el bloqueo y echar la culpa al sistema, es bueno ir a Cuba disfrutar la sencillez de la gente, su música y su folclore en vez de ir a ver solamente la ciudad en ruinas, los viejos autos americanos o de mirar el culo a las mulatas pensando que por unos sucios dólares de mierda se las van a c...omprar, no señores, la revolución le dio dignidad al pueblo cubano”.

Primero: lo de “discutir a los gritos en la calle sus ideas” sin que a nadie le pase nada, que se lo cuenten al esposo de la periodista disidente Yoani Sánchez, que la semana pasada quiso intervenir en el montaje callejero de la artista cubana Tania Bruguera titulado "Tribuna pública", que planeaba colocar un "micrófono abierto" donde cualquier persona podía decir lo que pensara durante un minuto. El montaje fue prohibido y el marido de Yoani junto a varios otros terminaron presos en el país “libre cual solamente puede ser libre”, y liberados gracias a un rápido reclamo internacional. 

Segundo: aquello de que “antes de hablar al pedo hay que ir a Cuba y hablar con la gente”, es propio del turista que llega con dólares a un país hundido en la miseria y que disfruta de lo que los isleños carecen: de libertad, de comer normalmente, de la posibilidad de viajar ‒que sólo posible en Cuba desde hace pocos meses a condición de tener dinero para salir del país y firmar un compromiso de regreso‒, y que cierra los ojos a dramas como la prostitución infantil y adolescente por causa de miseria, y que, además, se permite alzar el dedo al cielo para generalizar en tres o cuatro gritos histéricos lo que piensa “el pueblo”. Conozco a varios energúmenos de esta laya que ‒tras haber pasado un par de semanas en algún lugar del mundo‒ se convierten en sociólogos, historiadores, politicólogos y filósofos del lugar visitado.
Y agrego mi comentario final tras cada frase con que cierra esta apología de la tiranía castrista el reaccionario zurdo que goza de la libertad de tomarse el avión en cualquier momento para abandonar el “paraíso” caribeño:

“Cuba es imbatible por la fuerza de las armas”. Si comprendí bien el sentido de esta afirmación, yo ruego por que las armas no vuelvan a hablar en Cuba y sí el voto libre y secreto. Dado que el régimen está muy cerca de morir por decrepitud, que no caiga ni una sola gota más de sangre cubana hasta ese momento.

“Cuba es imbatible ideológicamente”. Disiento con semejante sentencia. El socialismo estalinista que imponen en Cuba ‒y que provocó en otros países las matanzas más grandes desde la Segunda Guerra‒ tras la caída del Muro de Berlín y de toda la ideología totalitaria que nació con la Revolución Rusa, sólo quedan dos países aferrados a tamaña aberración: Cuba y Corea del Norte. Los otros del bloque del Este que lo sufrieron durante decenios, terminaron por abandonarlo o, como China, están en vías de diluirlo abriéndose a las leyes del mercado aunque conservando aún la dictadura política. 

“Cuba es imbatible por la fuerza de su juventud”. Completamente de acuerdo: son los jóvenes cubanos de hoy quienes condenaron el sistema a muerte. Cuando este caiga, la tapa de la olla podrida se alzará y se hará luz sobre lo ocurrido intramuros durante sesenta años. En ese momento, esperemos que una verdadera Justicia investigue y sancione a los tiranos supervivientes por los delitos que hayan podido cometer.

“¡Cuba es un ejemplo!”. También completamente de acuerdo: es un ejemplo a estudiar con minucia para no repetir la historia en ninguna parte del Planeta.

“El pueblo cubano está dispuesto y preparado para resistir a hasta las últimas consecuencias a cualquier agresión”. Eslogan guerrero que sale de la garganta de los funcionarios de la dictadura y de los loros reaccionarios que les hacen de parlantes. Nadie plantea agredir a Cuba militarmente, sobre todo ahora que el sistema totalitario se está viniendo abajo por su propia putrefacción.

“El pueblo cubano cuenta con la ayuda de millones de personas en todo el mundo”. Otra vez de acuerdo: en todo el mundo se apoya al pueblo cubano para que recupere las decisiones sobre su devenir y se lo libere del yugo castrista. A lo que se repudia y no se apoya es a los dictadores que lo someten.

“El pueblo cubano es dueño de su destino y solamente ellos pueden cambiar el rumbo”. Eso espero: que pueda expresarse y cambiar el rumbo o continuarlo como hasta ahora si así lo desea, pero por decisión democráticamente tomada.

“¡Cincuenta y seis años de penurias y siempre de pie!”. Claro que sí: lo está demostrando cada día que pasa. Los Castro no lograron hundirlo de manera definitiva. Las mujeres de blanco luchan, mucha gente se anima a decir lo que piensa, comienzan a escribirse canciones que no son laudatorias de la tiranía…

“Entiendanló ¡Cuba fue esclava solo una vez! NUNCA MAS!”. Seguramente: la esclavitud que soporta desde mediados de los sesenta (ya que los primeros años fueron de expectativa por la promesa de una sociedad mejor como lo fuera el cristianismo en sus orígenes), hará que la mayoría de los cubanos impida otra aventura totalitaria. Si nosotros, los argentinos, logramos salir de nuestra dictadura genocida y ya llevamos 31 años de democracia, nada hace pensar que los isleños no puedan también lograrlo.

Y finalizo mi intervención con una especulación: vaticino que, en breve, la izquierda reaccionaria continental saldrá a pedir el Nobel de la Paz para Raúl Castro por ‒tras sesenta años de tenerla cerrada‒ haber al fin entreabierto un poco la reja.
Finalmente ¿por qué no? ¿Acaso no se lo dieron al vietnamicida Henri Kissinger, a los guerreros Anwar El Sadat, Menahem Begin, Yaser Arafat, Isaac Rabin, Shimon Peres y al racista sudafricano Frederik Willem de Klerk?
Y conste que no agrego a Barak Obama porque cuando se lo otorgaron, en 2009, aún no era un presidente invasor.

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